Las quemaduras en la cara o el cuerpo suelen afear esa parte y son muy difíciles de corregir. A este hecho se suma además que en ocasiones éstas provocan una sensación de movilidad limitada en la parte afectada.
Gracias a la cirugía plástica y al tratamiento estético de secuelas de quemaduras es posible disimular estas zonas. Para ello existen diferentes técnicas dependiendo de la gravedad de la lesión y de la parte del cuerpo que ha resultado afectada. La más común es el injerto de piel en dos formas diferentes dependiendo de la gravedad de la quemadura.
El cirujano toma una parte de piel sana del cuerpo del paciente y a continuación lleva a cabo el injerto en la zona de la quemadura. Es posible hacerlo quitando unas cuantas capas de piel o toda la dermis. A la hora de elegir la zona donde extraer suele ser una que se cubra con ropa, por ejemplo las nalgas o la parte interior del muslo.
Otro tipo de solución para las quemaduras más graves son los injertos de grosor total. Se lleva a cabo en las personas que han perdido tejido más profundo, un hecho que puede suceder después de infecciones graves.
Un injerto de piel de grosor total es un procedimiento más complicado en la cirugía de quemaduras. Y es que la piel transplantada abarca los músculos y el riego sanguíneo que se trasplantan al área del injerto. Los lugares elegidos suelen ser la pared torácica, la espalda o la pared abdominal.
Esta cirugía de quemaduras generalmente se hace mientras usted está bajo anestesia general. La recuperación puede oscilar entre una y tres semanas, según el número de capas de piel fueron trasplantadas.